¿Por qué nadie ha dicho que Susan Boyle tiene una minusvalía?

Así describía ayer el compañero Bosco a Susan Boyle en un desacertado y frívolo artículo llamado Loca Academia de Artistas: 

Una pequeña Susan Boyle

Boyle tenía cara de desquiciada […] fue saboreando la fama y el éxito hasta caer hundida, derrotada y desquiciada.

¡Toma ya! ¡Ahí queda para la posteridad! Un hermoso “tenía” en pasado condenando al ostracismo desde ya a la buena señora tan sólo porque no ha ganado un concurso, y al lado un “cara de desquiciada” tan facilón como el que va a la cocina a por un vaso de agua. Pero la cosa seguía con “hasta caer hundida, derrotada y desquiciada”, por si no nos había quedado claro y habíamos pensado que en la vida uno tiene posibilidad de levantarse de los tropezones.

Además, a continuación desglosaba una serie de “juguetes rotos”, tal y como la llamaba, en cuyo saco metía a la ya nombrada Boyle, Tamara (la mala, entiendo), María José Galera, la pitonisa Lola y la granadina Rosa López. Me quedaré sólo con la última porque es la única de estas “celebrities” con una profesión definida que, fuera de gustos musicales, defiende dignamente.

Leí ayer también otro post del asunto, sólo que bastante diferente. En este caso estaba en uno de los blogs del Guardian y se titulaba The media can't diagnose Susan Boyle – and we shouldn't try (“Los medios no pueden diagnosticar a Susan Boyle – y nosotros no lo deberíamos intentar”) en el que la periodista Mary O´Hara desvelaba que:

Muchos reportajes durante semanas han mencionado que Boyle tiene una minusvalía en el aprendizaje. Asociaciones de minusválidos dicen que hay preguntas que hacer a la productora.

 Con lo que inmediatamente puse su nombre en la Wikipedia y leí:

Tras un parto difícil, en el que Boyle fue brevemente privada de oxígeno, causando leves daños en el cerebro, se le diagnosticó dificultades de aprendizaje.

¡Ohlalá! ¡Qué desgracia la de detrás de detrás de esa “cara de desquiciada"! Y lo que es peor, ¡ohlalá!, esto se sabe desde hace bastante tiempo. Y lo que es aún mucho más, grave, ¡ohlalá!, pocos medios lo han dicho claramente y aún menos lo hemos buscado. ¿Por qué? Porque no nos interesaba. ¿Por qué no? Porque es algo que, además de que ya intuíamos todos, nos habría impedido cachondearnos de ella, que es lo que hemos hecho. ¡No hay que ser muy perspicaz para suponer que detrás de esa apariencia bobalicona de pinta desastrosa que reconoce no haber besado a nadie en cuarenta y siete años hay un problemón! ¡Aunque sólo fuera por todo esto! 

No voy a justificar lo injustificable y si los productores tenían conocimiento de esto deben rendir cuentas, cosa que, con el vacío legal que debe haber, no sé a qué puerto llevará. Pero esta cabeza de turco no nos exculpa. Con nuestra supina ignorancia, nuestra tronchante carcajada de eco arrogante, y pinchando y buscando en Youtube el video de esa gorda, además de fea, virgen y cateta, que cantaba tan bien (apartemos un ratito la corrección política: es lo que pensamos todos) hemos ayudado muchísimo, Bosco, tanto tú como yo, a cargarnos el juguete.